viernes, 6 de febrero de 2009

Orangutanes

Me hubiera gustado ser el protagonista de esta historia, pero fue Florent, que iba delante de mí en el descenso del Kianabalu el que se topó con un orangután a diez metros. Se miraron fijamente durante apenas dos segundos, hasta que mi compañero me hizo una leve señal para que frenara y el mono se asustó. Después, desde unos 100 metros, obervamos a varios saltando de rama en rama, ésta es la mejor foto que pude sacar. Verles de pie, totalmente erguidos, impresiona y hasta asusta un poco por lo mucho que se nos parecen. Entendí que con animales así surjan leyendas como la del yeti.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A saber lo que pensó el orangután.

Minqueta dijo...

Desde luego, tus aventuras no tienen nada que ver con nuestra mono-tonía... Menuda envidia!