El local de Duc está siempre hasta los topes, ahí suelen pasarse las tardes, entre café y cervezas, nuestros vecinos coreanos. Ahí sentado se pasa el día el propio Duc, desde las siete de la mañana hasta las diez de la noche, sin camiseta, vaciando cervezas y dando conversación al que se acerque, mientras sus cuatro hijas corretean alrededor, su mujer cuida de ellas y prepara los cafés y la abuela ve pasar la vida. El Feeling, que se distingue de todos esos locales por sus elegantes sillas de mimbre y sus delicadas mesas de cristal, su pantalla de plasma gigante, su agradable música ambiental, su limpieza y su wifi gratuito casi siempre está vacío y sus aseados camareros mirando a la calle, mano sobre mano. Tras el fracaso de la anunciada inauguración y de una promoción de espaguetis a la boloñesa, ahora intentan atraer clientela sintonizando los partidos de la Premier League en su enorme televisión. Sigue igual de muerto.
Como me daba pena verlo tan desangelado, hace unos días fui a probar sus tan anunciados espaguetis. Huelga decir que yo era el único cliente. Los camareros fueron encantadores, pasé un rato agradable escuchando versiones instrumentales de los Beatles y me encantó el flan que me dieron de postre, pero los espaguetis dejaban mucho que desear, apenas tenían tomate y comer ahí resultó el doble de caro (3 euros) que en cualquier otra tasca de alrededor. Salí con la sensación de que no iba a volver a menudo.
Unos días después, el callejón vivió una de sus tardes más agitadas desde que estoy aquí por un amago de pelea callejera entre dos jóvenes borrachos. Como los vietnamitas se pasan el día sentados a la puerta de sus casas, no tardó en formarse un grupo de gente alrededor, hasta que dos mujeres echaron a uno de los borrachos. El otro era un vecino que luego se llevó la consiguiente reprimenda. La disputa -no podía ser de otro modo- tuvo lugar frente a la puerta del Feeling, donde estuvieron bebiendo los dos borrachos. Era la puntilla que le faltaba a un local que todavía desentona, al menos en mi calle. Informaré si termina cerrando.
3 comentarios:
No hay duda, Eric, de que yo me decantaría por Casa Duc.
Un sitio en el que puedes beber chupitos de lubricante de moto siempre debe ser la primera opción. En Vietnam o en Donosti, una tasca genuina tiene prioridad sobre propuestas más prefabricadas...
Vaya...acabo de actualizar mi blog y he utilizado la expresión "huelga decir", como tú en esta entrada. No recuerdo haberla utilizado muchas veces en mi vida, pero justo lo he hecho al mismo tiempo que tú. Prometo que fue casualidad...Espero que todo vaya bien por allí, aunque sé que así es.
Saludos!
Yo tampoco creo haberla utilizado muchas veces, Fer. Casualidad telepática.
Juan, yo también prefiero mil veces un sitio como el de Duc. El lubricante me regula el intestino.
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