miércoles, 22 de septiembre de 2010

Tomarse la molestia

A primera vista, Chris podría pasar por uno de los tipos más vagos del planeta. De enorme barriga, con una mirada y una forma de hablar que transmiten una dejadez infinita, el puesto de trabajo más habitual de este inglés de 59 años afincado en Filipinas es la barra de su propio bar o del de sus amigos, donde nunca le falta una buena cerveza. Un breve paseo por el hotel que regenta en General Santos, al sur del país, confirma que no es una persona que cuide los detalles, que le trae el pairo que las paredes estén sin pintar, que la piscina empiece a desconcharse, que las raíces de los árboles hayan destruido todo el suelo, que la vegetación asole su establecimiento y que, en definitiva, el lugar desprenda cierto aroma de película de terror por su aparente estado de abandono. Unas jaulas habitadas por monos de aspecto rabioso y afilados colmillos que compró a traficantes, otra con una especie de búho triste y asustadizo y, sobre todo, un inquietante retrato de la reina de Inglaterra junto a la barra del bar apuntalan ese ambiente tétrico.

El servicio es correcto gracias a la dedicación de su esposa, una filipina de movimientos nerviosos que, según su marido, "se inventa el trabajo". "¿Por qué iba a molestarme?" (Why should I bother?) es la frase más repetida por Chris: le sirve para justificar el deteriorado aspecto de su hotel y defender la inutilidad de adecentarlo o para explicar por qué lleva diez años sin visitar a sus familiares y amigos de Inglaterra y no tiene ninguna intención de hacerlo. Su principal actividad consiste en bucear más o menos a diario, a menudo con turistas a los que alquila su equipo y con los que ejerce de guía en uno de los arrecifes más espectaculares de la zona.

Ese lugar, igual que otros puntos de la bahía de Sarangani, es la prueba de que incluso el tipo de aspecto más indolente, a veces se toma la molestia (he bothers), se moviliza y pone su granito de arena (o de cemento) para mejorar el mundo. Durante tres años, junto a su amigo John, un americano que vive en la misma ciudad, y otros colaboradores ocasionales fue colocando 5.000 cúpulas de cemento en zonas dañadas de los arrecifes para favorecer el crecimiento de corales y otras especies marinas.



En ese tiempo, fueron casi todos los días a bucear con los bloques de cemento a cuestas, costearon ellos mismos el transporte y los gastos propios de las inmersiones y consiguieron patrocinadores para pagar los 21.000 dólares que costaron las cúpulas. Dos años después de concluir el proyecto, las estructuras se han convertido en el hogar de decenas de especies de fauna marina, que a su vez atraen a cada vez más peces.

El que esté interesado puede leer el reportaje, que salió en varios medios. Para terminar me quedo con la frase de John, a cuya inmensa amabilidad debo las tres crónicas que escribí en mi viaje al sur del país: "Hay muy pocas personas en el mundo que puedan hacer algo para cambiarlo, de manera que los demás tenemos que pensar de manera local. Si todo el mundo trabaja para mejorar lo que tiene cerca, se consigue una mejora global.


(Fotos: la de la cúpula fuera del agua es de Stan de la Cruz y la de abajo, que muestra un grupo de cúpulas después de dos años en el fondo del mar, es de Andrew Mc Donald).

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pablo a dit... Ahora que me dicen que Chris ya no está entre nosotros, me emociono con este sentido homenaje que haces a su memoria. En una época en la que el "Yes We Can" indigestó de optimismo medio planeta, Chris nos recordó que había otras maneras de vivir y de afrontar los retos que se presentan ante nosotros: "Why should I bother?". Un canto a la desmotivación y al inmovilismo. Chris, siempre nadaste a contracorriente hasta que el mar te llevó para siempre. Tu mensaje perdurará entre nosotros.

Eric dijo...

¿¿¿¿¿¿??????
Bueno, Chris no es un reflejo tan fiel de su filosofía de vida, como demuestra el asunto de los corales o que, por ejemplo, tenga un blog que actualiza con cierta regularidad. También es un activista de las energías limpias. Digamos que es un entusiasta selectivo, muy selectivo.
Es posible que el mar se haya llevado su indolencia, pero creo que sigue entre nosotros, ayer mismo me intercambié emails con él.

Anónimo dijo...

Pablo a dit... Claro que Chris sigue entre "vosotros" que seguís en Filipinas. Mi vuelta a España, por desgracia, me alejó de él, aunque espero que no de manera definitiva. Y sí, el mar se lo ha llevado, en el sentido de que es su gran pasión y donde más tiempo pasa (además de apostado en la barra de algún tugurio).