viernes, 1 de abril de 2011

Pasión por las armas

En Filipinas, un país que tiende a adoptar las costumbres más feas de sus colonizadores, existe una desenfrenada pasión por las armas. El propio presidente, Benigno Aquino, suele irse los fines de semana a pegar tiros para liberarse de las tensiones del cargo.

Los seguratas de los bancos, los supermercados, los omnipresentes SevenEleven, los bares, las torres de apartamentos, van armados con trabucos que no desentonarían en Libia ahora mismo. Su misión casi siempre consiste en abrir la puerta al cliente y dedicarle un entusiasta "good morning, sir", aunque los más celosos también hacen un pequeño registro.

En algunas zonas del convulso sur del país, los hombres van armados con la misma naturalidad que los cow boys del viejo oeste americano. Las disputas políticas en pueblos remotos a menudo se arreglan descerrajando a tiros al rival, o a periodistas que hablan más de la cuenta y no se rinden a lo que les dictan los poderosos. Hay tiendas de armas en cualquier centro comercial y para obtener una licencia hace falta poco más que tener los cerca de 50 euros que cuesta pagarla. Es habitual que en muchas casas haya una pistola escondida, por lo que pudiera pasar. Como las armas son tan accesibles, hay que rodearse de hombres armados que defiendan a la población de otros hombres armados.

Ya no me sorprende bajar a la calle y ver al guarda de mi edificio (un tipo amabilísimo y servicial, que siempre acompaña el "good morning, sir" de una sonrisa) ande manipulando su trabuco o lo tenga apoyado contra la hamaca en la que se echa la siesta. Las armas están por todo y los filipinos conviven con ellas desde que son niños. Uno ya se ha acostumbrado a esto, aunque ver al pequeño Lucky (¿Luke?), de 3 años de edad, vaciar su cargador en un campo de tiro sigue provocando una mezcla de asombro y desasosiego. Sus padres dicen que así interoriza cómo usar correctamente un arma y no hará tonterías cuando sea mayor.



El amigo Biel Calderón reproduce en su blog el artículo que hice, ilustrado con una de las magníficas fotos que me cedió. Y aquí, más imágenes de la mañana que pasamos en el campo de tiro.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pablo a dit... Recuerdo la tienda de armas en el centro comercial de GenSan (Mindanao), al lado del cine y de una tienda de golosinas... Muy buen reportaje y muy chulas las fotos. Lo único Eric, tu voz suena un poco rara en el video de EFE... ;-)

Eric dijo...

Bueno, se me da bien imitar acentos y hay que abrirse a nuevos mercados.

Anónimo dijo...

Salvatore a dit...
en el artículo de Pixel of Asia al que nos remites, dicen y cito “Si se cumplen unas normas, no es peligroso, es como cualquier otro deporte”...
!!!
Me parece que los valores que puede transmitir cualquier deporte distan mucho de los valores que transmite el manejo de las armas.
¡Más cultivar el espíritu y menos manejar armas!