viernes, 3 de julio de 2009

Decíamos ayer...

Espero que quede alguien ahí fuera después de este periodo de silencio. La culpa, además de mi natural vagancia, la han tenido mis diez días de vacaciones en Irún entre reencuentros y festejos, en los que he tocado el ordenador lo menos posible. Cuando el 19 de junio llegué a casa después de nueve meses, tuve la extraña sensación de que nada había cambiado. Eso a veces es bueno y a veces es nefasto y te amarga la alegría de los reencuentros. Y casi siempre da gusto porque la familia y los amigos que dejaste al irte siguen haciendo este mundo un poco más habitable.
Los cambios son buenos sobre todo cuando eso significa terminar con un maleficio que ya pesaba demasiado. El Real Unión miró de frente a su historia y cuajó un partidazo contra el Alcorcón para subir a Segunda, después de dos eliminaciones sangrantes en los últimos años y el reciente chasco ante el Cádiz. Viví el partido a lo grande en la grada de Gal, aunque seguro que mi vecino hubiera preferido que siguiera en Vietnam porque celebré el segundo gol con tanta pasión que al saltar le di un codazo en el ojo. Y es que subir a Segunda puede costar un ojo de la cara. Sufrió los dos o tres días siguientes, pero dice que ya está bien. Nos había presentado cinco minutos antes un amigo común y no paré de encontrármelo por la calle en los días siguientes, sospecho que me seguía para vengarse en cuanto me viera bajar la guardia.
Codazos al margen, Irún vivió una fiesta y adelantó los sanmarciales y esa es una de las causas de la inactividad de este blog. Tarde, pero el acontecimiento merecía la mención. Además, en estos días en casa he ayudado a un par de amigos tan ociosos como yo a llevar al cine a nuevas cumbres. Un sugus para el que adivine dónde fue rodado este simpático esperpento, candidato a ganar un scooter en un misterioso concurso francés.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pablo a dit...

Un duelo de altos quilates, unos actores en estado de gracia, un marco incomparable... en fin, buen cine, como el de antes. Que me aspen si la escena no se ha grabado en mi Irlanda natal, en las costas de Galway County...

Aunque nos entristece tu partida de la Comarca, tu vuelta al blog nos cura un poco esa herida. Además de hacerlo más habitable, los amigos de verdad te dan esa sensación tan reconfortante de tener junto a ellos tu lugar en el mundo. Merci compañero, nos vemos en Acapulco. Acuérdate de la camisa, la felt cap y el ukelele.

Ander dijo...

Me gusta ese final en el que se deja abierta la puerta a una secuela de evidente temática gay, que por otra parte resulta bastante latente a lo largo de la película. ¡Enhorabuena!

(Respuesta: Jaizkibel).

Eric dijo...

Ander, no eres el primero en notar ese trasfondo gay que, hasta donde yo sé, no entraba en los planes del director. No habrá secuela, no convertiremos Jaizkibel en Brokeback Mountain. Te debo un sugus, te lo doy en octubre.

Pablo, lo siento, no era tu Irlanda natal, pero podría haberlo sido.

Anónimo dijo...

Pablo a dit... No se de que os sorprendéis. Toda la filmografía de Mincherín gira entorno al mundo gay. Vamos, que en el desfile del orgullo gay de este fin de semana en Madrid le dedicaron una carroza.
También aparece de manera constante una más que evidente misoginia que ridiculiza a la mujer (tennis enragé, ultimate taches ménagères, el lanzapelotas, l’accident...).De hecho, este es el tema de una tesis que está llevando a cabo un buen amigo.