martes, 7 de julio de 2009

Un viaje anfibio

De niño me gustaba ir a una charca cerca de casa de mis abuelos en la que pululaban muchos renacuajos, pero yo siempre guardaba la esperanza de encontrar una rana de verdad, de esas que salían en la tele saltando de un nenúfar a otro. Nunca la encontré. Quizá de ahí venga mi pequeña obsesión anura.
Muchos años después, me hice amigo de una rana de trapo durante una de las primeras cenas con los compañeros de Noticias de Gipuzkoa. El anfibio nos animó la fiesta pero terminó la noche tuerto y sobrevivió malamente a varios intentos de asesinato. Le pusimos de nombre Korb y desde entonces me acompañó en las largas tardes en la redacción. Después vinieron Txurrutas y Vladimir en otras noches parecidas y por Navidad el amigo invisible me regaló otra rana que cantaba y que debe de seguir por el periódico.
Ya había dejado de lado mi enfermedad hasta que la noche del pasado jueves me sorprendí durmiendo junto a una rana roja. Estaba en el aeropuerto de Singapur y llevaba casi dos días viajando. Es lo que tienen los viajes ganga, que te permiten ser consciente de las distancias, nada de meterse en una caja y llegar mágicamente de Madrid a Saigón, hay que sentir que se está viajando. Primero seis horas de tren a París, donde tuve tiempo de dar un pequeño paseo de la estación a la Torre Eiffel. De camino, una turista canadiense de ojos rasgados me preguntó por el edificio de la academia militar, del que yo sólo conocía el nombre. En nuestra corta conversación descubrí que era de origen vietnamita y terminamos despidiéndonos con un simpático gap lai (hasta luego). Unos minutos después, un panel divulgativo de la Torre me volvía a recordar mi destino.

Después, un día entero volando (con una corta escala en Dubai) para llegar a Singapur a las once de la noche, ocho horas antes de mi vuelo a Vietnam. Como las sillas del aeropuerto eran infames, decidí echarme a dormir en el suelo mullido de un pequeño parque infantil, una idea que después imitaron varios sin techo como yo. Hasta que vi la foto no me di cuenta de que había pasado la noche debajo de una peligrosa rana roja.

1 comentario:

mrojano dijo...

Larga travesía Eric...sé lo que es eso, con rana incluida, saludos