domingo, 15 de noviembre de 2009

Cara de tonto

Parece que me han visto cara de tonto, seguramente con cierta razón. A veces me libro de los timos, cuando son de una obviedad casi enternecedora. Pero por mi calle rondan algunos profesionales que no lo hacen tan mal.
Como soy despistado, suelo chocar con algunos peatones. No voy por ahí empujando, como cuentan de los chinos, pero de vez en cuando me como a alguien por estar demasiado absorto en mis tonterías. No iba especialmente despistado el otro día, cuando sentí un violento choque con alguien. Cuando me fui a disculpar, vi volcados en el suelo dos envoltorios tipo Mc Donalds llenos de arroz. Al lado, agachado, un hombre se afanaba en recogerlo, sin hacer caso a la disculpa. Tendría unos 50 años y era tuerto. Entonces lo entendí todo.
Entendí ese mismo choque, con la misma violencia artificial, de hace unas semanas, la primera noche que pasé en mi casa. Era el mismo envoltorio, quizá el mismo arroz que nadie se comerá nunca, el mismo hombre con harapos y ese inconfundible ojo blanco. Aquella vez me sentí culpable, encima de que tiene poco le ando tirando la cena, pensé. Sin que él me pidiera nada, sin que se volviera siquiera, le di algo de dinero, 100 pesos (1,5 euros), creo, suficiente para que se comprara lo mismo o algo mejor y para tranquilizar mi conciencia.
También entendí que apenas me diera las gracias por aquello. Entendí todo eso en un segundo, le miré, y seguí mi camino sin decir nada. Entonces, dejó el arroz en el suelo y saltó como un resorte a por mí.
“Ya me lo has hecho una vez”, le dije sin apenas mirarle.
Primero adoptó la estrategia de dar pena, “mi comida, me la has tirado”, repetía en un tono lastimoso. Sin parar de caminar, le dije por segunda vez que ya me lo había hecho y entonces cambió de táctica y se puso a emitir ruidos supuestamente amenazantes, parecidos a los de un gato cuando se enfada, y me exigía dinero con tono autoritario. No sé qué hubiera pasado en un callejón oscuro, pero la calle tenía la animación habitual, así que seguí andando sin hacerle caso, hasta que se extinguieron los ruidos felinos. No volví a mirar atrás, supongo que volvió a recoger el arroz olvidado e intentó sacar provecho de la mala conciencia de algún turista con cara de tonto.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Me confieso,

Soy Tomás, antigüo becario de cámara en la oficina de HCM, me confieso de ser cotilla en tu blog, aunque sea la finalidad de este, siempre me he sentido un poco chismoso leyendo tus historias, ya que tampoco es que hayamos tenido una relación muy estrecha tu y yo, pero desde que un día alguno de tus compadres icex me dio la dirección de tu blog siempre me han gustado las historias que contabas sobre el país. Ahora que cambias de lugar, no vivo tanto tus cuentos, antes cada uno de ellos me traladaban al momento a esas calles bullangueras, en fin, escribes de puta madre y he aprendido cosas sobre Vietnam que allí se me escaparon. Espero que todo te vaya de puta madre por Filipinas, con cartera o sin cartera. Un saludo

Fmdo: Ex-lector en las sombras

(te escribo aquí porque no encontré tu mail)

Eric dijo...

¡Tomás!
Me alegro mucho de saber de ti. Menuda salida del armario, tampoco es tan malo el blog como para andar ocultando que lo lees. ¿Dónde andas? ¿Sigues en México?
Yo estoy en Manila con la agencia Efe, espero que te sigan interesando las historias aunque no te sea familiar el país.
Un saludo

Ander dijo...

El timo es casi un subgénero del periodismo viajero. Y muy rentable: a mí me han timado algunas cantidades (taxista africano: un eurillo; charlatán ruso: diez o doce euros...) y al darme cuenta del timo, me quedaron historias tan estupendas que después las escribí, las publiqué y gané un buen dinerito. Ya lo sabes. Que te cundan los timos, Eric.

RBO dijo...

Espero que te remuerda la conciencia una vez más.

Tú, un gigantón del Norte (de España, se entiende), con esa pinta de Escocés de Braveheart, que sólo te hace falta ir pintado de blanco y azul, vas andando por la calle como si fuera tuya, llevándote a la gente por delante y no tienes suficiente con atropellar al pobre filipino sino que dias después te ensañas con su hermano gemelo...